Objetivo y explicación base del modelo:
El modelo busca apoyar el crecimiento de las personas a través de tres movimientos que son: cultivarse, compartirse y convertirse. Cada uno de ellos está compuesto por cuatro elementos que más adelante se explican. Los elementos de cada movimiento forman un ciclo o círculo que al repetirse interminablemente da lugar al proceso decrecimiento. El primer movimiento genera el desarrollo individual en cualquiera de las dimensiones de la persona. El segundo de los movimientos propicia la posibilidad de mejorar los procesos de interacción. El tercer movimiento impulsa a la persona a reconocerse como parte de un sistema mayor.
Cuando se practican los tres movimientos de forma constante, además de los beneficios ya mencionados de desarrollo personal, de mejora en las interacciones y de reconocerse como parte de un todo mayor, se generan dos consecuencias de alto valor para la persona que son la calma interior y la conciencia del yo. De esta manera se llega, por decirlo de alguna forma, a un estado de serenidad, de paz y reconciliación consigo mismo y con todo lo que lo rodea.
El alcance del presente artículo es ofrecer una breve descripción de los componentes del modelo, explicando el sentido y significado de cada uno de ellos, y tiene como único objetivo la comprensión del mismo. Es importante dejar en claro que la aplicación del modelo requiere de prácticas que serán ofrecidas en forma posterior.
El modelo cobra vida como resultado de mi práctica profesional. La misma me ha dado la posibilidad de interactuar y ofrecer mis servicios a un sinnúmero de personas. A partir de ello y de una amplia revisión de diversas propuestas en el campo del desarrollo humano he llegado a la definición del modelo que ahora propongo. Considero valiosos otros métodos que he conocido y creo que coinciden en la intención de ofrecer la posibilidad para que la persona crezca. Cada autor lo hace desde su perspectiva y experiencia. Mi objetivo es compartir lo que hasta ahora ha dado resultado en mi vida así como con muchas con las personas que he trabajado. Confío que puede ser de ayuda para muchas otras personas y por ellos ofrezco esta publicación.
Al final del artículo se muestra una figura que tiene dos objetivos. El primero es facilitar la comprensión del modelo, y el segundo hacer que sea más fácil recordarlo. También con esta misma intención he buscado que el nombre todos los elementos inicie con misma letra. Lo anterior no me ha limitado en la descripción a usar sinónimos que puedan dar más claridad del significado.
Componentes del modelo:
- Cultivarse: Se refiere a la serie de acciones por medio de las cuales una persona logra crecer. Así como para obtener una buena cosecha en la agricultura se requiere de un proceso que inicia con la siembra de semillas y que continúa con ciertos cuidados posteriores, el crecimiento de toda persona implica “sembrar”conocimientos que requieren de pasos subsecuentes para que puedan finalmente dar fruto. Así como para que en la agricultura haya una buena cosecha no basta con que la semilla tenga todo el potencial para su desarrollo, sino que requiere de un proceso adicional, de igual forma, en la persona los conocimientos son indispensables pero no suficientes, requieren de una secuencia que libere su potencial. Cultivarse es el primero de tres movimientos que en conjunto permiten elcrecimiento de la persona. Antes de describir los cuatro elementos que integran este primer movimiento, es necesario decir que los conocimientos requieren ser asimilados al grado que se incorporen en la propia persona; lo mismo que le sucede a las plantas que integran los nutrientes y los convierten en sí mismas. Este movimiento se asocia con crear y criar, dos actividades indispensables en este primer movimiento. Los 4 elementos básicos para cultivarse son:
- Conocimiento: Es el conjunto de información almacenada que tiene su origen a partir de dos grandes acciones, una hacia fuera de la persona que es la interacción, y la otra hacia el interior de la persona y que es la introspección. Dos acciones que se complementan y retroalimentan. El conocimiento es resultado de captar, procesar y comprender la información. En la interacción la información proviene del contexto, mientras que en la introspección proviene de la conciencia. A medida que se va generando este proceso de ir conociendo, el individuo va generando su propio mapa acerca de la realidad. Así es como surgen las creencias que pueden llegar a convertirse en motivadores que impulsen a la persona a estadios de mayor crecimiento. Contrario a lo que algunas personas creen, el conocimiento no se genera sólo a través de la razón, ésta es sólo una forma de acercarse al mismo. Existen al menos otras dos formas de lograr el conocimiento y que son la experiencia sensible y la intuición. Ambas requieren de mayores detalles. Como están fuera del alcance del presente, será en otro momento que se ofrecerán.
- Convicción: Es la completa seguridad o la certeza que una persona tiene en relación con lo que siente, piensa o hace. Es el pleno convencimiento acerca de las creencias, mismas que se sustentan en el conocimiento que se tiene. La convicción implica la ausencia de duda. Por ello es que la convicción mueve a la acción; es la gran impulsora del hacer. A diferencia de las creencias, en las convicciones se tiene la certeza y en ocasiones la evidencia de lo que se sustenta, sin importar si se trata de aspectos de carácter racional basadas en hechos contundentes, o bien de experiencias propias y por ende subjetivas. El caso es que se tiene la certeza acerca de algo. Cabe decir que para lograr la convicción se requiere poner en tela de juicio las creencias y conocimientos que se tienen. De otra forma, aquello de lo que se cree estar convencido será débil y muy rápidamente se dejará de estarlo. Poner en tela de juicio creencias es un proceso que requiere de cuidado y método, y que al realizarlo así llevan a la convicción.
- Compromiso: Típicamente se le reconoce como la obligación que se genera a partir de una aseveración o promesa. En nuestro modelo es la consecuencia que surge de la convicción. Si bien ésta genera la motivación suficiente para emprender acciones, las mismas deben orientarse a través del compromiso que asegura poner en juego capacidades y recursos, así como establecer el camino o ruta para llegar a la meta deseada. Implica estructurar, articular y coordinar lo que se requiere de sí mismo o de alguien más, a fin de proceder con en efectividad en la obtención de lo que se busca. El compromiso del que hablamos se sustenta en la plena conjunción de libertad y responsabilidad. De ésta forma la motivación que se tiene se expresa de la mejor forma posible y apoya al cumplimiento del compromiso.
- Constancia: La entendemos como la virtud que nos permite mantenernos firmes y perseverantes en las acciones que derivan del compromiso que se ha establecido. Dicho con otras palabras, implica la disciplina de sí mismo para mantenerse fiel a las promesas y compromisos establecidos. Así es como la fidelidad a la meta definida se mantiene, a pesar de las dificultades, adversidades y contratiempos que se presenten. Se trata de una actitud, de una predisposición a generar un estado de ánimo. Tiene que ver con la capacidad para esforzarse y mantenerse con firmeza hasta lograr el objetivo. Es en esta instancia donde se demuestra el interés genuino por la causa que se está pretendiendo, es donde se manifiesta el nivel de la convicción y del compromiso que se tiene. Hay ocasiones en que se requiere de paciencia para seguir luchando a pesar de que en el corto tiempo no se logre llegar a la meta deseada. A mayor nivel de constancia, mayor compromiso, convicción y conocimiento. Con este cuarto elemento se cierra el ciclo de cultivarse y, precisamente por ser un ciclo, se reinicia indefinidamente con el incremento de cada uno de los elementos que lo componen.
- Contexto: Es todo aquello que rodea, ya sea física o simbólicamente, a un suceso o a una persona. Todos estamos inmersos en un contexto, el cual es producto de las circunstancias, de las experiencias y del significado que se les da a éstas. Podemos decir que nunca estamos aislados, sino que siempre interactuamos con todo lo que hay en nuestro entorno. Este proceso de interacción es algo que siempre está presente. Es a partir de la relación con el contexto que los acontecimientos toman su significado. Bien decía Paul Watzlawick, que toda comunicación tiene dos aspectos: contenido y relación, y que la relación determina el contenido. Esto queda claro con un simple ejemplo, no es lo mismo darle una orden a un colaborador, que la misma orden dársela al jefe; el significado de la comunicación cambia en función de la relación, es decir del contexto. Por ello es que resulta importante tener conocimiento y, en cierto grado control de los procesos de interacción. Es a través de la relación con el contexto que podemos cultivarnos y compartirnos.
- Compartirse: Es la acción de disfrutar de lo propio en conjunto con los demás. Implica un movimiento desde sí mismo hacia los demás, es donar, entregar y por el hecho de hacerlo se genera un especial gozo en la persona. El concepto de cultivarse descrito en el primer movimiento pierde sentido y profundidad si no se comparte con quienes están en el contexto personal. Más aún, en la interacción con los demás el crecimiento se potencia, se hace mayor, y por ello es que este flujo hacia los otros le da relevancia y sentido. Crecer para uno mismo y sólo para uno mismo, termina por carecer de valor. Por el hecho de ser entes sociales requerimos compartir con los demás. Este segundo movimiento viene a complementar el de cultivarse. La acción de compartir va impulsando el crecimiento de personas y comunidades al margen del ámbito en el que se haga. La humanidad requiere de elevar el sentido con el que nos vamos compartiendo unos con otros. Al igual que en el movimiento de cultivarse, en el de compartir reconocemos 4 elementos básicos que se mueven de forma circular y que son:
- Conectividad: En términos de personas, es la capacidad para estar en contacto, es decir conectado con los demás. Hoy en día el término es muy recurrido, particularmente con todo lo que tiene que ver con los medios electrónicos que hoy nos permiten mantener e intensificar la relación. Un hecho claro de la importancia de la conectividad la encontramos en el cerebro. El potencial y capacidad del mismo depende de la complejidad de conexiones neuronales. De poco o nada sirven las neuronas aisladas. Lo mismo es en términos de relaciones interpersonales. Requerimos de construir una red de conexiones para poder compartir con los demás. Así es como cobra sentido e importancia estar cultivados. No basta con conocer a los demás, sino que se requiere de construir esa cercanía que permite lograr la apertura de y hacia ellos. Así pues, las conexiones son indispensables para poder llegar a otros ámbitos y compartir con los demás lo que el proceso de cultivarnos nos ha proporcionado. La conectividad se puede lograr de muchas formas, hasta de forma casual, pero sólo se refuerza a partir de los tres elementos que siguen.
- Creatividad: Es la capacidad básica en la que se sustentan las actividades que llevan a crear, desarrollar, inventar, ingeniar, innovar. En el proceso de compartir, se tendrá mayor éxito en la medida en que se ofrezcan a los demás cosas o ideas novedosas. La originalidad es parte de la creatividad y siempre será factor que llama la atención y tiende a unir, ya que cuando se trata de novedades, estas resultan atractivas y generan valor, tanto para sí mismo como para las personas con las que se está en contacto. Todo lo que ya es conocido con el tiempo va perdiendo valor, tanto en lo personal como en lo social. De ahí surge la necesidad de las personas de renovarse. Así que la creatividad suele enfocarse a la generación de nuevas ideas, conceptos, asociaciones o productos, y se sustenta en la capacidad para visualizar o imaginar algo nuevo y luego crearlo. Por ello es que podemos decir que la creatividad permite resolver problemas nuevos y ofrecer mejores alternativas a las personas con las que interactuamos. Así es como se refuerza la conectividad y con ello la posibilidad de compartirse con los demás.
- Calidad: Se define como el conjunto de propiedades que permiten a un producto o servicio satisfacer las necesidades propias o de alguien más. Es la forma de aportar valor a las demás personas y por ende a la sociedad en general. La calidad, en términos de productos, es apreciada pues genera satisfacción a un precio justo y por el tiempo que es requerido. La calidad en la interacción permite cultivar relaciones que potencian las ligas que se dan entre las personas. Se facilita la posibilidad de conocerse y llegar a consolidar la conexión. Sólo a través de la calidad es como se puede generar la excelencia en lo que se hace. Cada día se valoran más los productos y servicios que ofrecen calidad, por lo que quienes no la procuren terminarán por dejar de ser considerados como personas que aportan valor. La calidad la mide quien recibe el servicio o producto que se le entrega. Hoy más que nunca está vigente el enfoque hacia la calidad. Aquello que tiene calidad es apreciado y visto como superior, pues ha logrado establecer diferencias de tipo cuantitativo y cualitativo para satisfacer las demandas que se tienen.
- Confianza: En este caso nos encontramos con dos direcciones, la primera en relación a la confianza en sí mismo y la segunda enfocada hacia las demás personas. En la primera forma, la confianza en sí mismo depende de la seguridad que haberse cultivado proporciona, pues desde ahí es desde donde llegamos a estar convencidos de que podemos ofrecer algo que enriquezca a los demás. En la segunda forma, encontramos a su vez dos variantes. La primera de ellas es la seguridad que alguien tiene acerca de las capacidades de otra persona en un ámbito en particular. Por ejemplo cuando se sabe que alguien tiene la capacidad y disposición para realizar una tarea; en esta forma la confianza radica en la habilidad que reconozco en el otro. La otra variante tiene que ver con que la confianza hacia alguien está en función de la familiaridad que existe entre los sujetos. Es decir, esto implica que se tienen un cierto grado de cercanía para comunicarle a otro aspectos personales, privados, íntimos. En este caso pueden existir expresiones como: “Contigo me puedo mostrar tal cual soy”. Sólo desde la confianza es como se puede construir una relación apropiada para compartir y convivir en profundidad y, como consecuencia de haberlo hecho es que se incrementa la conectividad, reiniciando así el ciclo de compartir. Repetir el ciclo de compartir incrementa la posibilidad de un mayor crecimiento personal.
- Convertirse: El término hace referencia a la capacidad para transformarse en algo diferente. Consiste en un proceso por medio del cual la persona va cambiando en relación a sí mismo. La conversión implica modificar la dirección en la que se va, es pasar de ir en un sentido, a de pronto ir en otro diferente, aun inclusive en sentido contrario. También se relaciona con la idea de verter, que es el proceso de sacar, de vaciarse, de desprenderse. Dicho vaciamiento, despojamiento, lo es de aquello que de alguna forma estorba para cultivarse, para compartir, para crecer. Implica abrir espacios para poder llenarlos con conocimientos y actitudes de mayor valor. Por ello es que la conversión implica una transformación. En ella está implícito el crecimiento. Es un proceso de profundización en sí mismo. Requiere introspección. Es el acercamiento a la conciencia de sí mismo Para lograr la conversión se requieren, al igual que los dos movimientos anteriores, de 4 pasos circulares que son:
- Callarse: Es algo más que dejar de expresarse, requiere de alejarse de todo lo que sea ruido. No sólo es abstenerse de hablar, que es una forma de manifestación hacia el exterior, sino que implica lograr un silencio interior. La acción es reflexiva puesto que implica un voltear hacia sí mismo. Sin lugar a duda que un espacio físico tranquilo y calmado es el ideal, sobre todo cuando apenas se inicia con este proceso de conversión. Cuando ya se tiene alto grado de experiencia, es factible lograr el silencio interior a pesar de estar en medio de un cierto nivel de ruido. Digo cierto nivel de ruido pues hay situaciones en las que el ruido es tan grande, que el propio organismo tiende a rechazarlo. En esas situaciones lo mejor es retirarse de ese lugar, pues no sólo impide lograr el silencio sino que las vibraciones que están presentes dejan secuelas negativas en la persona. Así pues, un lugar sereno es el ideal para lograr callar la mente. Cuando se logra esto último, se puede acceder a condiciones favorables para el propio conocimiento y, por lo tanto, para una conversión más profunda. Cuando se hace un silencio adecuado aparecen aspectos propios que normalmente están escondidos, pues están en el subconsciente, en la sombra, diría Jung. Aspectos propios que rechazamos, que negamos, que distorsionamos, que no queremos reconocer, pero que en última instancia son propios. Mientras no se reconozcan como tal, será imposible completar el proceso de crecimiento. No basta con reconocer que existen, sino que hay que trabajar con ellos. Por eso es necesario el siguiente paso.
- Confrontarse: La acción de confrontar implica poner frente a frente dos o más ideas, objetos, personas, etc. Para que haya confrontación es necesario que existan posiciones encontradas, opuestas, lo que reconocemos como contraposición. En este caso la confrontación es consigo mismo, entre aspectos propios que se muestran enfrentados. Podemos decir que se forman dos bandos al interior de la persona. Por un lado todos los aspectos propios que reconocemos y con los que nos presentamos ante los demás, todo aquello que consideramos bueno y de lo que hasta nos sentimos orgullosos. Por otra parte lo que negamos o rechazamos, aquello que permanece oculto y que al lograr callarse interiormente se ha puesto de manifiesto. La confrontación es necesaria para reconocer que ambos aspectos, a pesar de ser contrarios conviven en la misma persona. La confrontación bien realizada nos debe llevar al siguiente paso que es la conciliación de las partes encontradas y por ende de la persona en sí misma.
- Conciliarse: La acción implica reconocer que existen partes en desacuerdo y con intereses encontrados, para entonces buscar la mejor forma de llegar a acuerdos y soluciones convenientes para las partes en conflicto. Sobra decir que para lograr la conciliación es indispensable la aceptación muta entre las partes en conflicto, pues sin ella no existe la posibilidad de conciliar. Se trata de un ejercicio creativo en el que se busca la forma de satisfacer a todas las partes sin que ninguna se vea afectada. Así pues, no se trata de suprimir ni de negar nada de lo que existe, sino de reconocerlo y ubicarlo, de manera tal que cada parte tenga lo que necesita sin que ello afecte al resto. Al conciliarse consigo mismo se establecen acuerdos entre las partes opuestas que permiten centrarse en sí mismo y cohesionarse como una misma persona, lo que impulsa hacia el siguiente elemento.
- Centrarse: Después de haber dado los tres pasos anteriores, lo que sigue es centrarse. Este paso tiene dos acepciones, la primera tiene que ver con la decisión de enfocarse en los aspectos que promueven el crecimiento personal. La segunda se refiere a ponerse en centro, no en el sentido de pretender ser el centro de atención, sino de ubicarse en el centro de lo importante, de lo relevante para el crecimiento. Desde mi perspectiva, el centro de toda vida tiene que ver con lo espiritual. De esta forma, centrarse implica tomar conciencia de que se es parte de un Todo mayor, de un sistema hasta ahora imposible de comprender con la razón, pero accesible para la intuición y que ha sido y es fuente de inspiración para quienes han dejando un legado que permanece al paso del tiempo. Una vez que la persona vivió los tres pasos anteriores, callarse, confrontarse y conciliarse, es invitada a lograr la unificación de sí mismo con el Todo. Las partes que anteriormente estaban en conflicto ahora podrán convivir tanto en sí mismas como con todo lo que lo rodea, con su contexto. Se abre un espacio para que la persona, sin dejar de buscar su propio beneficio, colabore con el de la totalidad. Cuando esto se realiza la persona encuentra un estado de satisfacción, pues está viviendo de forma más integrada, tanto consigo misma como con el Todo. Ahora ya no hay nada que ocultar, todo se puede expresar, todo sale a la luz, todo puede confesarse, expresarse, manifestarse, sólo es cuestión de modular y de ubicar cómo, cuándo, dónde y con quién hacerlo. Con este cuatro paso se cierra el ciclo que promueve mayor conversión. Al haberse dado este paso se van a producir estados de la persona que son de alto valor. Hay quienes les han llamado estado alternos de la conciencia. De esta forma se dan dos grandes consecuencias que se describen a continuación.
- a. Calma interior: El resultado de los cuatro pasos anteriores conduce a un estado de calma interior, de serenidad, de paz, que proviene de sentirse uno consigo mismo y al mismo tiempo uno con todo lo demás. Se logra estar en armonía en sí mismo y con todo lo que existe. Antes del proceso que hemos venido describiendo, suele ser normal que la mayoría de las personas, aunque no de forma consciente, tengan la sensación de estar divididos en sí mismos. Para quien no ha pasado por este proceso le resultará difícil reconocerlo. Típicamente, aun cuando haya división no podrá percibirla. Padecerá las consecuencias, pero no será consciente de ellas. Para llegar al estado de calma es necesario callarse, padecer el proceso de confrontarse para poder conciliarse y centrarse. Quien ya ha vivido este proceso sabe que la calma que se logra es invaluable, por lo que vale la pena recorrer el camino las veces que sea necesario. El estado que se logra se puede reconocer por el sosiego, la tranquilidad, la ausencia de conflicto, pues el que había se ha conciliado y se ha centrado. Esto es lo que genera la paz o calma interior a la que me refiero.
- b. Conciencia del Yo real: En la medida que se logra un estado de calma interior, se va manifestando la conciencia del Yo real. Así es como se va generando el conocimiento de sí mismo, con todas las aristas que revisten a la persona. También se va gestando el conocimiento de la unidad con el Todo. Para llegar a esta instancia es necesario haber pasado por el proceso completo, no es factible de otra forma. La conciencia de sí mismo enriquece el conocimiento que se tiene del contexto y de las relaciones con el mismo. Sólo quien se conoce a sí mismo es capaz de adecuar correctamente su relación con lo que lo rodea y con las ideas que provienen de los demás. La conciencia de sí mismo tiene que ver con un proceso de carácter espiritual que requiere de mayor espacio para ser comentado y que en otro momento estaremos ofreciendo.
Resumiendo lo antes expuesto, el proceso consta de tres movimientos básicos:cultivarse, compartirse y convertirse, todos ellos entrelazados entre sí y que se dan en uncontexto. Al llevar a la práctica de forma constante el modelo, se produce el crecimientonatural de la persona.
Con lo antes mencionado sólo se ha pretendido describir el conjunto de pasos que constituyen el proceso para el crecimiento integral de la persona. Queda pendiente ofrecer las formas como se lleva a la práctica cada uno de los pasos. Esto se hará en un próximo artículo.
Para hacer más evidente el proceso, a continuación se muestra una figura que representa el modelo.
Derechos reservados por Adalberto José Reiter Elizondo ©
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