En el ámbito de las organizaciones, particularmente en las que su fin es la obtención de utilidades económicas, se tiene poca claridad sobre la diferencia que hay entre ser líder y ser administrador. Ambas son funciones necesarias, y es factible que una sola persona pueda ejercer ambos roles, sin embargo se requiere tener claro que significa cada uno de ellos y como se ejercen.
El líder es quien tiene la capacidad para influir en otros conduciéndolos a realizar actividades que finalmente les ofrezcan el resultado esperado. El administrador, por su parte, es la persona que tiene la habilidad de regular y controlar las situaciones de forma tal que se mantengan dentro de un cierto orden establecido.
En el pensamiento del administrador se tiene la convicción de que hay que seguir las reglas y los procesos establecidos, pues así es como se garantiza llegar a los resultados esperados. Dicho de otra forma, el control es una de las funciones clave del administrador.
Por su parte, el líder es una persona que impulsa al cambio. Por naturaleza, y de forma continua, está enfocándose a descubrir nuevas y mejores formas de realizar lo que se hace. Aplicado a una empresa, el líder está impulsando al crecimiento, al desarrollo, y en muchas ocasiones quiere hacerlo rápidamente.
En la sociedad en que nos movemos hoy en día vivimos de forma acelerada, nos movemos a una gran velocidad. Basta con hacer un breve recorrido al cambio tecnológico en muchos de los equipos y aparatos con los que estamos en contacto de forma diaria para corroborarlo.
Esta condición, en nuestros días, hace aún más grande la diferencia entre ser líder y administrador. El líder se percata de que sólo ajustándose a los cambios acelerados se puede tener éxito, mientras que el administrador, quiere a toda costa evitar el descontrol que el cambio acelerado genera.
Esta cada vez más grande diferencia es algo que debe ser resuelto si se quiere finalmente tener éxito sostenido. Es necesario conciliar ambas funciones. Es algo que parece imposible pero que, como muchas otras paradojas, tiene su forma de ser resuelto.
El primer paso es generar la convicción de que cambio y equilibrio son sólo dos pasos de un mismo movimiento. Esto está inscrito en la misma naturaleza. Basa con un poco de observación para percatarse de que todo cambia y al mismo tiempo mantiene un equilibrio. La clave es la flexibilidad y adaptación.
Las organizaciones que pretenden ser rígidas no logran la subsistencia. Tampoco las que cambian de forma desorganizada. Cambio y equilibrio son posibles y son la clave del desarrollo sostenido. No se puede estar estático, hay que moverse y al hacerlo se tiene que ser flexible, abierto a lo nuevo, sabiendo que tal implica un esfuerzo adicional para finalmente no perder el equilibrio.
Para el ejecutivo de hoy, no basta con saber, sino que se requiere crear, innovar, desarrollar, impulsar, lo cual siempre implica cambiar, desequilibrar, desajustar, con todos los riesgos que ello implica. No hacerlo así y pretender quedarse en la supuesta seguridad de lo ya conocido, es caminar rápido y directo al fracaso.
Pero no es suficiente con cambiar y crecer, pues el cambio sin equilibrio también conduce al fracaso. Por ello hoy en día, es imprescindible que en toda organización haya un balance entre el cambio y el equilibrio. No se trata de una correlación de dos parte iguales. La receta es un 70% de liderazgo y un 30% de administración.
En términos prácticos, lo que estamos proponiendo es que procesos y reglas tiene que estarse ajustando de forma más rápida de lo que hacíamos con anterioridad. No se trata únicamente de desarrollar nuevos productos y servicios, sino de modificar el comportamiento de las personas para que sean capaces de generar cambios continuos sin perder el equilibrio.
Se trata de cuestionar de forma continua los paradigmas del pensamiento que están limitando el desarrollo de las personas. Antes de pretender crear nuevos productos y servicios, es necesario crear nuevas formas de pensar que nos impulsen a nuevas forma de conducirnos. El cambio equilibrado de las personas es lo que facilita el cambio seguro de las organizaciones.
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