No cabe duda que como humanidad hemos logrado avances impresionantes, muchos de ellos con tecnologías que nos proporcionan facilidades que, si bien hoy en día no asombran a nadie de los que hacemos uso de ellas, medio siglo antes, a nosotros mismos, nos hubieran parecido sorprendentes.
En el tema de comunicaciones contamos con apoyos que a nuestros abuelos les parecerían fantasías sacadas de la más vívida imaginación de algún autor de novelas de ficción. La realidad virtual está cada vez más al alcance de una mayor cantidad de personas. Con ello la concepción de lo que consideramos real se ve transformada.
El postulado de Peter Durker, de que nos encontrábamos en la era del conocimiento, está siendo superado. Hoy en día se habla ya, como realidad, de la era de la sabiduría que sustituye a la del conocimiento. Es un hecho que la velocidad, y la cada vez mayor aceleración, con la que nos movemos nos está llevando a cambios vertiginosos. No terminamos de asimilar bien una nueva condición cuando ya tenemos frente a nosotros la que la sustituye.
La profecía de Marshal McLuhan, hecha en la década de los 60’s, sobre la aparición de la Aldea Global, se viene consolidando desde tiempo atrás. Muchas de las actividades de las grandes empresas globales contemplan dicha condición desde la planeación hasta la ejecución. Sin embargo, con los últimos acontecimientos mundiales, parece estarse poniendo a prueba.
Da la impresión de que este fenómeno de alta aceleración, que no termina por ser asimilado, está generando una polarización en la sociedad humana. Por una parte el desarrollo impulsa hacia una mayor unidad que asimila con naturalidad la diversidad y, al mismo tiempo, se presenta el fenómeno contrario, con expresiones de división y rechazo hacia todo lo que no se reconoce como parte de la misma identidad, ya sea por raza, nacionalidad, ideología, religiosidad, o alguna otra concepción mental.
Existe un movimiento pendular que nos está polarizando. Pareciera ser que hoy en día es más importante defender creencias e ideologías particulares que enfocarse en lograr aquello que da sentido a lo que en realidad somos, una sola especie a la que llamamos humanidad.
El impacto se está dando en todos los ámbitos, ya bien sea en lo social, político, religioso, educacional, o empresarial. Es un hecho que los mismos líderes están generando, con discursos y acciones, una mayor polaridad en la humanidad. Y es que en cualquiera de esos ámbitos seguimos contemplando y dirigiendo a las Organizaciones como si fueran máquinas.
Cualquier Organización es una conjunción de personas. Si ellas son sólo piezas que sirven a intereses de unos cuantos, se concretarán a cumplir con las tareas que les son asignadas y no harán aportaciones significativas que promuevan el desarrollo y sustentabilidad de la propia Organización.
La contraparte del concepto de una Organización contemplada como máquina, es la que concibe a las Organizaciones como entes vivos. Para lograr dicho cambio de perspectiva se requiere cambiar de paradigma lo que implica, en este caso, una transformación del nivel de conciencia. Ya lo decía Albert Einstein: “Los problemas no pueden ser resueltos en el mismo nivel de conciencia en el que fueron creados”. Así que mientras nos sigamos viendo como simples piezas de un mecanismo, y no como células de un organismo vivo, no podremos cambiar la forma de conducirlas.
Una máquina no tiene la capacidad de aprender ni de crear, mientras que un ser vivo sí lo hace. Una Organización mecánica tiende a ajustarse para siempre hacer lo mismo. Eso es lo que están haciendo la mayoría de las organizaciones políticas, sociales, religiosas, educacionales y empresariales. Y es que se basan en la creencia de que así asegurarán su permanencia, de que sobrevivirán.
Sin embargo, nada está más alejado de la realidad. Existen pruebas de que, al menos en el ámbito empresarial, las Organizaciones que logran perdurar, son las que se abren al cambio, las que generan capacidad de aprendizaje, las que dan importancia a las comunidades humanas, a las que las integran y a las que están en su entorno. Se convierten en Organizaciones vivas.
Ante nuestra realidad actual, hoy más que nunca necesitamos de un cambio de mentalidad, un cambio de paradigma, un cambio de conciencia. Necesitamos un mayor enfoque a concebirnos como un sólo ser al que llamamos humanidad y trabajar todos en bien del mismo. Para que esto llegue a ser realidad, el primer paso es que nuestros líderes sean personas que nos conduzcan en la dirección correcta. Requerimos de que el nivel de conciencia evolucione a estadios de mayor sentido de integración. Necesitamos abrirnos y despertar a la realidad de que todos somos humanidad.
En medio del caos que vivimos, afortunadamente existen personas y Organizaciones que tiene esta convicción y que, al poner en marcha acciones congruentes con estos principios, nos están dado muestra de que sí se puede, y además nos abren el camino para todos los demás. Desde mi óptica, son las Organizaciones que con mayor facilidad trascenderán y dejarán un legado.
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