Indiscutiblemente que la realidad es una sola. Sin embargo, ante un mismo hecho, cada quien puede darle una interpretación personal y diferente a la de las demás personas. Dicha interpretación termina por convertirse en una creencia para quien la realiza. Como consecuencia de esto, se generan gran parte de las diferencias que tenemos con los demás.
Hoy es muy conocida la expresión: “una cosa es el territorio y otra el mapa”. Reconocer que cada quien hace una interpretación propia de los sucesos es el principio para el entendimiento de las personas. Cuando no se tiene conciencia de ello, y quienes interactúan tienen mapas diferentes, típicamente se genera una discusión en la que, los interlocutores, difícilmente se pondrán de acuerdo. Eso sucede en todos los ámbitos, desde el familiar hasta el social.
Son un sinnúmero de variables las que intervienen en la interpretación o creación del mapa personal. La historia de vida de cada individuo termina por configurar un conjunto de creencias y valores con los que cada quien se identifica. Esto influye de forma determinante en la interpretación que las personas hacemos de lo que nos sucede. Cuando no se tiene conocimiento de esto que estamos indicando, típicamente los individuos adoptan la idea de que aquello en lo que la persona cree es la verdad o es la realidad.
Más allá de ello, lo que sucede es que estas personas, de manera inconsciente, llegan a apegarse tanto a sus creencias y valores, que las confunden con su propia identidad. Por ello les resulta tan difícil aceptar propuestas diferentes a sus creencias, pues para ellas no existe otra verdad sino aquella en la que creen. De esta forma es como se generan los fundamentalismos que no sólo impiden sino el entendimiento y, en última instancia, pueden llevar a realizar actos completamente injustificables.
Cuando la persona lleva a un extremos su identificación con lo que cree y valora, llega al fanatismo de creer que sólo lo que ella piensa es verdad. Así se cometen actos de inmolación personal o de terrorismo. Un ejemplo que refleja lo que indico, se puede ver el la película “22 de julio”, la cual está basada en hechos de la vida real.
Para aquellos que quieren incrementar su capacidad para entenderse mejor con las personas con las que interactúan, se les recomienda detenerse a considerar lo ya expuesto. Deben darse cuenta de que en todo proceso de interacción se comparan mapas individuales, todos basados en creencias y valores personales, por lo que es básico estar abierto a escuchar sin prejuicios, con flexibilidad y estar dispuesto a cambiar paradigmas.
Cuando se cuenta con la apertura suficiente para considerar los mapas de los demás, se genera la oportunidad de un mayor crecimiento personal. Para ello se requiere tener la convicción de que las ideas o creencias son sólo eso, y nunca la verdad en sí misma. Se dan situaciones en que las personas están tan identificadas con sus ideas que, inconscientemente, se aferran a lo que consideran es su identidad. Por eso es que les resulta extremadamente difícil aceptar algo diferente a aquello en lo que creen.
Lo interesante es que, a lo largo de la historia de nuestra especie, de forma continua hemos cambiando de paradigmas. De no haber sido así no nos hubiéramos desarrollado ni hubiéramos construido todos los avances de los que hoy disfrutamos. Ha sido la apertura al cambio de creencias y la flexibilidad lo que nos ha permitido crecer. Situación que, ninguna otra especie ha logrado realizar.
Si reconocemos que la apertura al cambio de creencias implica la posibilidad de desarrollarnos, debiéramos ser más flexibles ante las ideas de los demás. En toda interacción estaríamos generando una posibilidad de crecimiento. Sin embargo, por lo que observamos, estamos aún lejos de llegar a esta convicción. Hace falta un mayor nivel de consciencia.
Observamos que en todos los ámbitos tendemos a apegarnos a nuestros propios paradigmas. Por ellos es que resulta difícil que las generaciones nuevas sean comprendidas por las previas. Esto deriva en una falta de comprensión de los interlocutores. Esto sucede en todos los ámbitos, lo mismo en la familia, en donde padres e hijos terminan por no escucharse, como en el ámbito político, en donde los representantes de los partidos suelen luchar denodadamente por convencer que son ellos los que tienen la verdad y solución perfecta para resolver los problemas de la ciudadanía.
Hoy en día necesitamos subir un escalón más en el proceso de evolución, para generar, de forma conjunta, ese nivel de apertura a las creencias de los demás. De esta forma nos ayudaríamos para tener un crecimiento social y una mejor forma de resolver los problemas que se nos presentan y los que nosotros mismo generamos. Si así fuera, los conflictos serían la forma de intercambiar con apertura y flexibilidad cualquier diversidad de ideas, lo que, en última instancia, nos daría la oportunidad de un mejor entendimiento colectivo.
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