Los problemas también pueden ser una fuente de renovación, todo depende de la forma como se les interprete. Sin duda alguna que estamos en un punto de quiebre para la humanidad, en un momento de transición. Una situación en la que hay mucha agitación, aunque lo que se pide es tener calma.
La agitación es resultado del temor. El típico miedo a lo desconocido. Miedo que surge de enfrentar una amenaza para la que no se tiene una adecuada respuesta. Miedo a perder lo esencial, la vida, un ser querido, la seguridad económica, la comodidad lograda, el empleo, el negocio, entre tantas otras cosas más.
Lo que se requiere es tranquilidad. Debemos de actuar con serenidad. Es la mejor forma de enfrentar esta amenaza. Se necesita bajar la velocidad del ritmo de vida, tomarnos el tiempo para reflexionar y definir las mejores acciones a seguir. Generar la certeza de que podemos producir la solución.
El miedo, como emoción, es real y necesario. La respuesta debe ser la de un enfrentamiento racional. Ante esta amenaza no hay posibilidad de huir, y paralizarnos es lo peor que puede sucedernos. Lo que tenemos que hacer es enfrentar la situación con “coraje”, con valentía, lo cual no implica hacer uso de la fuerza, sino de la inteligencia y de la imaginación.
Hoy es un momento para cultivar la serenidad, la racionalidad, la empatía y el sentido de colaboración. Hoy es tiempo de unirnos y apoyarnos. No es momento de posturas ideológicas ni de intereses personales o de grupo. Hoy es el tiempo que necesitamos para comprender que, en primera y última instancia, todos somos uno sólo. Como especie, formamos un único ser. Ante la pandemia no existen diferencias basadas en clases, posiciones, conocimientos, etc. Hoy único que nos diferencia es la forma como decidimos enfrentar esta situación.
Hoy podemos hundirnos en la más amarga desesperación, creyendo que no hay solución y que vamos a terminar derrotados ante este nuevo virus. Podemos, desde el mismo inicio, doblar las manos, bajar la cabeza sin intentar siquiera buscar una forma adecuada de superar el problema.
Por el contrario, podemos generar la certeza interior de que vamos a superar este problema, a prevalecer, a salir airosos, y que lo haremos tomando las mejores decisiones que estén a nuestro alcance. Y que, aunque vamos a pagar un precio, al final lograremos generar beneficios que superarán los costos.
Sin duda alguna, es necesario estar bien informados, mas no saturados ni estimulados en exceso. Hoy en día, tanto por los medios tradicionales de comunicación como por las redes sociales, circula una cantidad incalculable de mensajes sobre el tema de la pandemia, al grado de que pareciera ser que es de lo único que vale la pena compartir. Esto es un grave error, con consecuencias muy negativas.
Debemos tomar control de nuestras reacciones. No dejarnos llevar por el impulso de reproducir todo lo que de una u otra manera nos llega. Hay que serenarnos. Es necesario tomar control y calmarnos. Una buena práctica es cada día abrir espacios de tiempo para una rica variedad de actividades. Tiempo para relajarnos, para informarnos, para cultivarnos, para relacionarnos conservando las medidas de seguridad recomendadas, para divertirnos. Hay que crear espacios de tiempo para crecer como personas y como sociedad.
Esta crisis nos está abriendo la posibilidad a un cambio importante. El paso al que estamos acostumbrados, un ritmo de profundo aceleramiento no produce nada bueno. Hoy tenemos la oportunidad de reducir la velocidad. Podemos reaprender a observar con detenimiento, a contemplar, a disfrutar, y no sólo a transcurrir por la vida. Hoy es momento de revalorar la vida y su belleza.
Ciertamente que el resultado final dependerá de la manera en que actuemos y de la forma en que decidamos construir nuestro futuro. Una vez que hayamos superado el momento de crisis, sin duda alguna, ya no será posible regresar a nuestras actividades como si nada hubiera pasado. Todo habrá cambiado. La forma del cambio está al alcance de nuestras manos.
Leave a Reply